Bailando con las palabras:
Es un recorrido personal, íntimo y a veces descarnado, por mi historia en el tango y en la vida. No es una autobiografía clásica, sino una serie de fragmentos, reflexiones, escenas, versos y recuerdos. Porque así está hecho mi cuerpo: a retazos, a compases, a encuentros.
Encender el pecho
Todo empezó cuando era muy chico, en la escuela primaria número 33 de Villa Barceló (como un presagio) de Lanús Este. Actuaba en todos los actos del colegio. No sé si era por mi voz potente, por mi buena memoria, por mi sensibilidad extrema... o quizás por un gran deseo de destacar. Con los años —y gracias a la terapia— entendí que tal vez también había algo de inseguridad detrás de ese impulso.
Lo cierto es que el arte, la actuación, el canto, brotaban de mis entrañas. No era una elección, era una necesidad. Como si ya hubiera nacido con esa urgencia de expresión.
Mucho antes de conocer el tango, ya intuía que mi camino tenía que ver con las emociones, con el escenario, con decir algo al mundo. Después vendrían las milongas, las clases, los poemas, los abrazos. Pero todo empezó ahí, con un niño que buscaba su voz entre pizarrones, himnos patrios y un patio lleno de sueños.
Crecí entre calles de tierra, partidos de fútbol, radios encendidas, vecinos con la puerta abierta. El barrio era el escenario de mi niñez, una mezcla de juego y sobrevida. No había tango todavía, pero sí había una forma de mirar el mundo que más tarde reconocería como profundamente tanguera: la melancolía, la esperanza, la pasión, la rebeldía.
El tango me encontró de grande, con dos hijos y un divorcio temprano, pero cuando llegó, no fue como una novedad: fue como un regreso. Como si esa música, ese abrazo, ese modo de caminar la vida, ya estuvieran esperándome. El tango me ofreció un lenguaje para todo lo que sentía y no sabía cómo decir. Me dio un lugar, una identidad, un modo de estar en el mundo.
Este libro, Vivir en Tango, es eso: un recorrido personal, íntimo y a veces descarnado, por mi historia en el tango y en la vida. No es una autobiografía clásica, sino una serie de fragmentos, reflexiones, escenas, versos y recuerdos. Porque así está hecho mi cuerpo: a retazos, a compases, a encuentros.
Y si algo aprendí en todo este camino es que uno no elige del todo al tango: el tango te elige, te espera, te nombra… y te transforma.
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